Pese a toda la información disponible acerca de la sexualidad, todavía muchas parejas piensan que en la cama únicamente valen la penetración y el sexo oral. Cualquier otra actividad sexual diferente a estas la toman como algo perverso o al menos de mal gusto. Pues bien, están muy equivocados. En realidad, cualquier práctica sexual, siempre y cuando ambos disfruten de ella, es una forma muy divertida y para nada dañina de disfrutar del sexo en pareja.
El voyeurismo es una práctica sexual que ha acompañado al ser humano durante siglos y más siglos. Esta actividad consiste en observar desde lejos o a escondidas cómo otras personas tienen relaciones sexuales. Dicho de otra manera, el voyeurismo es el placer que se siente al poder observar a otras personas teniendo sexo convencional, o bien masturbándose en posiciones sugerentes como hacen las modelos de las cams porno. Obviamente, en el caso del voyeurismo en pareja, este hace referencia a la fantasía de ver a nuestra pareja teniendo sexo con otras personas o simplemente autoestimulandose. En definitiva, el voyerista disfruta, se excita e incluso se masturba, mientras observa a otras personas practicando sexo. En el caso del voyeurismo en pareja, únicamente hablamos de una fantasías sexual. Nunca de la atracción de ver a nuestra pareja de verdad tener sexo con otra persona.
Las personas que sienten atracción por este acto sexual a menudo observan las situaciones a través de las cerraduras de las puertas, los espejos o cámaras portátiles -similares a las cams porno- colocadas en algún lugar de la habitación. Por norma general, los voyeristas se masturban mientras observan a quienes están practicando sexo. Asimismo, está conducta implica que quienes son observados no son conscientes de ellos. El riesgo de ser descubiertos actúa como un potenciador de la excitación en el voyerista. Por lo tanto, es necesario distinguir entre el voyeurismo y el sexo convencional. Si bien en el sexo tradicional también nos excitamos al ver personas desnudas, en este se supone que hay un consentimiento previo. Algo que no sucede entre los voyeristas.
Sin embargo, cuando la fantasía que acabamos de comentar deja de serlo, hablamos de candaulismo. Es decir, cuando de verdad permitimos que nuestra pareja mantenga relaciones sexuales con terceros mientras observamos lo que sucede, estamos hablando de candaulismo en pareja. Seguramente, a muchos de vosotros os cueste entender qué placer puede obtener alguien de ver a la persona que ama tener sexo con otra que no sea él o ella. No obstante, lo cierto es que se trata de una forma de entender el sexo con muchos adeptos. En especial, entre las parejas liberales o las parejas que trabajan en la pornografía o en las cams porno.
A pesar de lo insólito de esta actividad sexual, lo cierto es que el candaulismo se lleva poniendo en práctica desde la época romana. De hecho, a principios del siglo XX, el candaulismo era muy común en los burdeles de París o Londres. En estos prostíbulos los maridos se masturbaban mientras observaban a sus mujeres tener sexo con otros hombres. Obviamente, en este tipo de actividades sexuales se necesita tanto a un voyerista como a exhibicionistas que no les importe que les miren mientras están en pleno coito.
Como es de suponer, tanto parejas voyeristas como candaulistas necesitan cumplir ciertas características para que estos actos sexuales no afecten a su vida amorosa. En primer lugar, ambos necesitan ser parejas muy, pero que muy abiertas de mente. Necesitan estar dispuestos a experimentar cosas nuevas, a tener sexo con personas fuera de la pareja, a no tener ningún tipo de tabú. Es decir, ambas partes deben ser personas tan predispuestas a experimentar cosas nuevas como las modelos de las cams porno o las actrices XXX. Por otro lado, la comunicación en estas parejas ha de ser aún más importante de lo que lo es en el resto. Los voyeristas o candaulistas tienen que tener claro hasta donde están dispuestos a llegar o consentir.
Antes de llevar a cabo estas prácticas sexuales deben hablar con su pareja temas como “con quién”, “de qué manera” o “en qué sitio”. Pero sobre todo ambas partes tienen que tener bien claro que esta actividad sexual les va a satisfacer. También hay que definir si es para experimentar, conocer, o como un gesto de amor, donde está implícita la confianza, la comunicación, los límites y el respeto. No obstante, también hay que decir que el sexo masculino es más proclive que el femenino al voyeurismo o el candaulismo. Y es que los hombres suelen ser más liberales y, sobre todo, se excitan con más facilidad con este tipo de situaciones que las mujeres. Quizás, por ello, estas prácticas sexuales suelen darse más a menudo en parejas bisexuales u homosexuales que en heterosexuales.
De todas maneras, hay que aclarar que como toda práctica sexual es muy diferente, lo que ocurre en la fantasía de uno que en lo que pasa en la realidad. En definitiva, antes de poner en práctica cualquier acto sexual debemos ser conscientes de que este puede alterar a nuestra pareja e incluso tirar al traste la relación. Por lo tanto, es importante recalcar que todo tienes que ser totalmente consensuado. Nunca hay que obligar a la otra parte a hacer lago que no quiera. Tanto quien mira como quien tiene el sexo pueden sentirse como un objeto. Recuerda que los dos debéis disfrutar.