Son muchas las personas que por alguna razón intentan reprimir sus deseos sexuales y se cohíben cuando más lo necesitan, sin embargo otras lo expresan más fácilmente y no dudan en vivir su vida al máximo cuando tienen oportunidad de hacerlo. En ambos casos, si pasa el tiempo y no tienen relaciones sexuales, o al menos estas no son satisfactorias, los deseos sexuales se hacen más evidentes ya que el cuerpo expresa, sin darse cuenta, ciertos comportamientos o señales de que lo necesita.
A continuación os damos las claves para saber si nuestro cuerpo nos está pidiendo sexo a gritos:
- Comportamiento antisocial: Dejar de tener relaciones sexuales puede que nos provoque, sin darnos cuenta, un aislamiento social. Aunque parezca mentira, esto viene dado debido a que nuestro cuerpo disminuye la producción de endorfinas, lo que ayuda a que tengamos un buen humor y a que normalmente deseemos estar rodeados de aquellas personas que nos hacen sentir bien.
- Dificultad para dormir: Cualquier actividad sexual ayuda a producir una hormona llamada oxitocina, la cual es importante para tener un sueño adecuado y placentero. Si esto no se produce a menudo, puede provocar que nuestro cuerpo tenga dificultades para conciliar el sueño. Por ello, muchas personas utilizan la masturbación para darse placer al meterse a la cama, y para poder dormir más rápido y mejor.
- Aumento de las fantasías sexuales: Todo el mundo tiene este tipo de prácticas sexuales, pero cuando soñamos esto se incrementa en mayor o menor medida. Normalmente puede venir producido por algún tipo de estímulo, como por ejemplo la masturbación. Cuando estas fantasías se convierten en algo frecuente, en las que nos aparecen en diferentes momentos del día y situaciones, es porque nuestro cuerpo ya no puede más, y está ansioso por tener relaciones sexuales.
- Estrés y mal humor: Los cambios del carácter, sobre todo en situaciones en las que tenemos que pasar tiempo con más gente, también aumenta la probabilidad de que nuestro cuerpo nos esté pidiendo sexo. Esto, por supuesto, no ocurre en todos los casos, ya que puede venir influido por otro tipo de situaciones, pero si hace semanas o meses que no lo hacemos, y no satisfacemos nuestras necesidades sexuales, normalmente se refleja en nuestro comportamiento con emociones negativas como irritabilidad, pesimismo y hasta bruscos cambios de humor.
- Inseguridad: La falta de sexo puede influir en que sintamos cierta inseguridad sobre nosotros mismos y hasta en casi todo lo que hacemos. Practicar sexo mejora la autoestima, ya que nos sentimos deseados y atendidos por la otra persona, pero si esto no ocurre puede provocar insatisfacción y desconfianza, lo cual puede derivar en diferentes trastornos psicológicos como depresión, ansiedad y hasta dificultad para tomar cualquier tipo de decisión.