Al igual que en otras industria (salud, finanzas, automoción, logística...), la inteligencia artificial ha irrumpido con mucha fuerza en el entretenimiento para adultos. Tal está siendo su impacto que el contenido para adultos está experimentando una transformación como nuca antes en sus décadas de historia. Desde fotografías y vídeos hiperrealistas generados por modelos de aprendizaje hasta chatbots eróticos impulsados por modelos de lenguaje avanzado; el entretenimiento para adultos basado en IA se ha convertido en una segmento en rápida expansión. No obstante, este fenómeno nos plantea una cuestión esencial: ¿cómo de real es el contenido para adultos generado con inteligencia artificial? La respuesta es compleja y multifacética. Implica factores técnicos, éticos, culturales y psicológicos. Para fortuna de los interesados, a lo largo de este escrito exploraremos los distintos niveles en los la IA intenta replicar la experiencia humana dentro del contexto de la pornografía, evaluando su nivel de realismo y sus implicaciones.
Uno de los desarrollos más impactantes en esta área ha sido la capacidad de la inteligencia artificial para producir imágenes y vídeos pornográficos hiperrealistas. Esto ha sido posible mediante estas tecnologías:
a) Redes generativas antagónicas (GANs): las GANs tienen la capacidad de crear fotos de personas con muchísima exactitud. Además, también pueden generar rostros y cuerpos que no existen en realidad. Dada la capacidad de estas tecnologías, estas imágenes pueden parecer totalmente reales para el ojo humano que no está entrenado es esta cuestión. De ahí, que múltiples empresas del sector (principalmente, sitios de vídeos XXX y plataformas de videochats porno con camgirls de IA) hayan comenzado a comercializar “artistas” completamente sintéticos, evitando la necesidad de tener que contratar personas de carne y hueso.
b) Deepfakes: el término “deepfake” hace alusión al empleo de la inteligencia artificial para superponer caras humanas (por lo general, celebridades, estrellas del porno, modelos de videochats de sexo populares...) en cuerpos en escenas pornográficas. Los deepfakes están tan avanzados que, sin un análisis forense detallado, muchos de estos vídeos parecen auténticos a simple vista.
c) Modelos de texto-imagen/texto-video: algunas herramientas de inteligencia artificial (por ejemplo, DALL·E, Stable Diffusion o RunwayML) pueden generar imágenes y vídeos de contenido explícito basándose en descripciones textuales. Si bien estas tecnologías están aún en pañales, lo cierto es se están desarrollando con mucha rapidez.
Entonces, ¿cómo de realista es este tipo de contenido para adultos? Pues bien, en el caso de las fotografías fijas: ¡el resultado es sorprendente! Las imágenes explícitas generadas con IA son muy, muy realistas. Sin embargo, los vídeos XXX producidos por IA todavía tienen que mejorar la fluidez de los movimientos, las expresiones faciales naturales y la coherencia entre las escenas. No obstante, se espera que en pocos años esta brecha se reduzca drásticamente.
Los chatbots eróticos son programas de inteligencia artificial diseñados para mantener conversaciones íntimas o sexuales con personas a través de mensajes de texto, voz o incluso imágenes. Los chatbots sexuales tiene la capacidad de charlar con los usuarios sobre temas sexuales (coqueteo, seducción, lencería erótica, actividades sexuales, estrellas del porno, plataformas de webcams de sexo, etc.). También envían mensajes excitantes o simulan una relación emocional o sexual con el usuario. Por su puesto, todos los servicios que ofrece el chatbot erótico se ajustan al 100% con las preferencias del consumidor. Estas tecnologías utilizan lenguaje natural para parecer humanos y pueden aprender con el paso del tiempo a responder mejor. Además, se adaptan a la escritura de cada usuario. Algunos están conectados a imágenes generadas por IA, lo que permite que tengan una apariencia visual atractiva o incluso puedan enviar fotos creadas artificialmente que coinciden con la personalidad del chatbot.
Los chatbots sexuales están disponibles en las aplicaciones móviles, las plataformas virtuales (incluidas, algunas de webcams eróticas) y en las redes sociales. Generalmente, quienes demandan este servicio buscan sentirse deseados, valorados, experimentar con su sexualidad de forma segura o, simplemente, diversión. Los bots sexuales son muy populares entre los consumidores de contenido para adultos, ya que no juzgan y están disponibles las 24 horas del día los 365 días del año. No obstante, no están exentos de polémica. Algunas personas los critican porque pueden generar dependencia emocional, aislamiento social o promover ideas poco realistas de lo que implica el sexo y las relaciones humanas. Los chatbots eróticos más populares operan en las plataformas Replika, Al Girlfriend, Nomi, JanitorAI y Venus AI. En definitiva, los bots sexuales tecnología, psicología y sexualidad para ofrecer una experiencia íntima virtual, que puede ser divertida o incluso terapéutica para algunas personas. Sin embargo, también es importante usarlos de forma responsable y siendo cocientes de sus límites y posibles efectos nocivos.
En las plataformas de realidad virtual y videojuegos eróticos, los avatares generados por inteligencia artificial y modelos 3D hiperrealistas también están ganando popularidad. Además de verse realistas, estos avatares responden a comando de voz y texto. En los casos más avanzados, aprenden a partir de las preferencias del usuario. El metaverso y los entornos de realidad virtual permiten a los usuarios tener experiencias sexuales inmersivas con personajes generados por IA, ya sea a través de dispositivos hápticos o espacios virtuales completamente envolventes. ¿Qué grado de realismo han alcanzado estás experiencia inmersivas? Bueno, la calidad de la experiencia depende en gran medida del hardware disponible (gafas VR, guantes hápticos, etc.) y del motor gráfico que sustenta el entorno. Aunque el aspecto visual puede ser muy realista, lo cierto es que la interacción todavía está lejos de simular a la perfección el aspecto físico y sutil que ofrece el contacto humano real.
Nuestro cerebro tiene una gran capacidad para proyectar emociones, empatía o atracción por objetos que no son humanos. Esto también puede aplicarse a los personajes de ficción, los avatares e incluso los robots. Por lo tanto, no es necesario que la inteligencia artificial sea completamente realista para que los usuarios la experimenten como tal. Este fenómeno, conocido como la “suspensión de la incredulidad”, es determinante a la hora de que el porno generado por IA tenga éxito. Si el cerebro del usuario está dispuesto a aceptar la "ilusión", incluso un chatbot sin cuerpo o una modelo digital de webcam porno puede provocarle excitación sexual o apego emocional. Sin embargo, esto también tiene consecuencias: algunas personas comienzan a desarrollar vínculos emocionales profundos con inteligencias artificiales, lo que puede afectar sus relaciones humanas reales o su percepción de la intimidad. Conforme el contenido adulto basado en IA sea más realista, aumentarán los riesgos asociados a:
a) Consentimiento y derechos de imagen: la creación de deepfakes pornográficos de personas reales sin su consentimiento es una grave violación de su privacidad y puede tener consecuencias legales y psicológicas devastadoras.
b) Cosificación y deshumanización: el uso de la inteligencia artificial para crear “parejas ideales” suele reforzar estereotipos nocivos sobre género, consentimiento o sexualidad. Al eliminar el factor humano, también se fomenta una visión egoísta o interesada del sexo.
c) Adicción y aislamiento social: la accesibilidad y personalización extrema de la IA puede llevar a algunas personas a desarrollar una dependencia del contenido digital. Por lo tanto, pueden perder la motivación para relacionarse con personas reales.
d) Contenido ilegal o inmoral: uno de los problemas más graves es la posibilidad de que estas tecnologías se usen para crear representaciones virtuales de contenido ilegal (pornografía infantil, actos sexuales no consentidos, etc.). Esto tiene implicaciones legales y éticas muy graves y polémicas.
El camino actual sugiere que el entretenimiento para adultos generado por IA (desde imágenes explícitas, videos XXX hasta modelos digitales de webcam porno) será cada vez más realista, inmersivo, accesible y personalizado. De hecho, se espera que en tan solo unos años tengamos a nuestra disposición: avatares sexuales interactivos en VR; robots eróticos con IA integrada; compañeros virtuales que aprendan con el usuario a lo largo del tiempo y hasta universos digitales donde el usuario puede “vivir” una relación amorosa con avatares virtuales. ¿Podemos considerar todo esto realismo o una simulación perfecta? Lo cierto es que aquí entra en juego una reflexión filosófica: ¿qué es más importante, la autenticidad de la experiencia o la percepción subjetiva de realismo? Si alguien experimenta placer, conexión o satisfacción emocional con una IA, ¿es menos "real" que si lo hace con un humano?
El contenido para adultos generado por IA ya ha superado muchas barreras técnicas, ofreciendo experiencias que hace solo una década habrían parecido ciencia ficción. En cuanto a realismo visual y lingüístico, los resultados son cada vez más impresionantes. Sin embargo, la autenticidad emocional, la ética del consentimiento y la relación entre simulación y deseo humano siguen siendo terrenos resbaladizos. ¿Es realista? En muchos aspectos sí, y lo será aún más en poco tiempo. Pero quizá la verdadera pregunta no sea cuán realista es, sino qué significa para nosotros que lo sea. La IA está reconfigurando no solo el contenido que consumimos, sino también la forma en que entendemos el sexo, la intimidad y las relaciones. Y aunque las máquinas puedan generar placer, aún está por verse si podrán alguna vez reemplazar —o incluso mejorar— la complejidad de las relaciones humanas.